23 feb 2019

Es un paseo de lo mas extraño. Pasan las horas y lo conocido derrepente se torna en desconocido. Pero no es como si uno pudiese aferrarse a aquello para obtener algo nuevo. Mas bien se siente como si la lluvia borrara las huellas, como si el tiempo se saltara los pequeños detalles, como si el viento se llevara las palabras manoseadas una y otra vez. La vida sigue, claro, pero ya nada es igual.

Por qué tenerle miedo al cambio si es lo único constante en este acelerado mundo? No todo depende de uno mismo. Si fuera así de fácil las buenas acciones siempre se devolverían. El error siempre ha sido creer en la causalidad. No sé qué nos llevó a creer en esto si nada es para siempre. Todo pasa por algo pero nada es al azar. Somos tan egocéntricos que jugamos a ser dios, ilusionandonos y perdiendo el tiempo pretendiendo controlarlo todo. Pero a la vez somos tan diminutos, tan frágiles, tan irracionales, tan humanos.

No es que el amor no exista, solo que este vive en el corazón de los valientes. Esto es nuestra mayor fortaleza, pero estamos tan equivocados que lo percibimos como una debilidad. Por eso sufrimos; la sensibilidad y la ingenuidad nos hace vulnerables y desechables.

Ojalá el amor reinara como la ley unviersal. Pero nos falta tanto para eso.

No hay comentarios:

Publicar un comentario